El plan era acompañar a bordo de un barco a la Virgen en su salida al mar, luego dar un paseo viendo los lugares más concurridos y finalmente cenar a la falda del Castillo de San Juan de Águilas.
La primera impresión al llegar fue bastante buena, vimos una ciudad costera muy bien preparada para el turismo, pero también con servicios y comercios para el día a día. Como era temprano aparcamos en la zona del puerto y fuimos a ver el barco en el que más tarde íbamos a montarnos, el Don Pancho.