12 may 2017

Escapadas: Gijón - Ribadesella

Llevábamos tiempo pensando en un viaje en autobús de estos que recorren muchos lugares durante una semana y finalmente nos decidimos por un circuito combinado en el que visitaríamos Cantabria y Asturias, viendo los lugares más importantes de cada comunidad. Uno de esos lugares fue Gijón.


Tomando como punto de partida Noreña, que era donde teníamos el hotel, nos dirigimos hasta Gijón en el bus del circuito. En principio hicimos un tour panorámico en el que vimos las partes más alejadas de Gijón sin bajarnos del bus, exceptuando algún mirador en que se suele hacer una parada para tomar unas fotos.


En este caso empezamos por la Providencia, un barrio residencial a las afueras de Gijón, lleno de casas preciosas, algunas con su hórreo. Al llegar al final, bajamos al Mirador de la Providencia, desde el cuál se divisan las playas y la ciudad de Gijón.



Luego nos llevaron a la Universidad Laboral. Es uno de esos sitios que si no te llevan, no vas. Se trata de una construcción de mediados del siglo XX, mandada construir por varias personalidades famosas de la localidad. En principio se proyectó como un orfanato para dar cobijo a los hijos de los padres víctimas de accidentes en la mina.





Tras esta breve parada, volvimos a Gijón. Allí, acompañados de un guía oficial, dimos un pequeño paseo por el centro y luego tuvimos tiempo libre. Durante el paseo conocimos algunos edificios emblemáticos de la ciudad, sus anécdotas y su patrimonio. Fue muy agradable ya que hacía un día espectacular que se prestaba a estar en la calle recorriendo la ciudad, aunque fuera brevemente.





Nosotros lo invertimos en tomar unas fotos en el Paseo Marítimo y en la Parroquia de San Pedro Apóstol. También compramos unas sidras y mermeladas de sidra. Aparte descubrimos una tienda de souvenirs en la que tienen unas camisetas súper originales llamada "Les camisetes" y no hubo más remedio que comprar dos. 



Como aún nos quedaba algo de tiempo, nos pedimos una sidra cerca de la Plaza Mayor esperando a que llegase el bus que nos llevaba de vuelta al hotel para almorzar. En esta ocasión nos sirvieron la botella con un tapón escanciador porque estábamos en la terraza y, según nos contó el camarero, está prohibido escanciar sidra en la calle. Por último, vimos algunas cosillas más y para el autobús de vuelta.




La tarde la dedicamos a Ribadesella. Dimos un paseo por el casco antiguo de la ciudad, recorriendo sus calles y su paseo marítimo viendo el entorno de la desembocadura del famoso río Sella.




Allí nos encontramos con el Paseo de la Grúa, que nos ofrece una pequeña dosis de historia de la villa y su concejo. Se trata de una serie de seis paneles pintados por Antonio Mingote en 2007.







Tras disfrutar de este tranquilo paseo, nos dirigimos hacia la ermita de Nuestra Señora de la Guía, situada en el Monte Corberu, desde el que se obtienen unas vistas inmejorables de Ribadesella.


La ermita, de estilo protorrenacentista, fue construida hacia 1600 y se ha reedificado en varias ocasiones, siendo la más significativa de ellas la que se hizo en 1892 tras el derrumbe del acantilado. Como su propio nombre indica, es la "guía" de los navegantes al servir de faro por el lugar donde se encuentra. La imagen porta un pequeño barco y un ancla, haciendo referencia a su origen marinero.



Dentro de la ermita, los motivos ornamentales vuelven a recordarnos al mar y a la influencia indiana de la villa, ya que nos encontramos con reproducciones de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela y la Virgen de la Caridad del Cobre patrona de Cuba.


Frente a esta ermita, podemos observar la Playa de Santa Marina y las coloridas casas indianas. El proyecto de urbanización de la isla surge en torno al 1910 cuando los Marqueses de Argüelles deciden construir un balneario que atraerá a la alta burguesía de toda España y dará pie al nacimiento del turismo de salud y, más tarde, al de sol y playa. Tengamos en cuenta que el turista que empezó a veranear en estas zonas venía a tomar baños de sol, yodo o algas por prescripción médica. Con el paso de los años y la llegada de nuevas modas, el turismo de salud va dando paso al de sol y playa.


Aunque encontramos casas de indianos en todo el litoral asturiano, la panorámica que nos ofrece el arenal de Santa Marina es espléndida. Destaca Villa Rosario, hoy convertida en hotel.


Tras un breve tiempo libre para tomar fotos, ver la iglesia Parroquial de Santa María Magdalena comprar souvenirs y tomar un refresco, volvimos al autobús para irnos para el hotel. Fue una jornada intensiva pero relajada, en la que conocimos nuevos lugares, su historia y su cultura.


¡Hasta la próxima escapada!

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