Hacía tiempo que no nos dábamos una escapada de ida y vuelta y, aprovechando que estábamos cerca de Antequera, nos dirigimos hacia Lobo Park, un proyecto privado enfocado a conservar una especie tan escasa y maltratada como son los lobos.
El precio de la visita guiada es de 11 € para los adultos y tiene una duración de 1 hora y media. Se divide en dos partes: la primera, en la que visitamos un pequeño refugio de animales abandonados, algunos de los cuales pudimos incluso tocar; y la segunda, un paseo para ver las diferentes subespecies de lobos que tienen en el parque.
En cuanto a los animales acogidos, pudimos ver en primer lugar a un cerdo tailandés, muy sociable y simpático, en cuanto nos vio se acercó corriendo a que lo tocásemos. Después a un cerdo vietnamita (sí, sí, de los pequeñitos que se pusieron de moda, pero la gente no sabía que crecía...) que la verdad es que no se mostró demasiado amigable. Nos comentó la guía que la familia que lo tenía se tuvo que mudar a un lugar más pequeño y que lo llevó a Lobo Park para que pudiese vivir en condiciones. Eso a el cerdito no le sentó muy bien y siempre está enfadado. Siempre excepto cuando su familia va a visitarlo que los reconoce y se pone muy contento.
Luego vimos unas cabritas que también fueron muy sociables como se ve en la imagen, estaban tontitas siendo rascadas y acariciadas. Y por último, estos ya sin tocarlos, vimos a una familia de zorros bastante asustadiza, todos excepto el que se ve en la foto que interrumpió su siesta para mirarnos y seguir durmiendo.
Es importante saber que esta es una visita en la que, sí vamos con niños, debemos procurar que no sean muy pequeños o que se sepan comportar como la ocasión lo merece puesto que si somos ruidosos, los animales se asustarán y será más complicado verlos y que se acerquen a nosotros.
Comenzamos con la parte de los lobos. La primera parada fue en un recinto dónde se encuentra una pequeña manada la cuál están empezando a acostumbrar a los humanos. Con eso de acostumbrar, me refiero a que no se asusten demasiado al vernos de lejos.
Dependiendo de la subespecie, hemos descubierto que pueden ser más o menos sociables. Éstos, como eran aún cachorros, no se acercaban demasiado. Nos contaba la guía que la gran mayoría de los lobos que hay en el parque jamás han sido manoseados por humanos. Suelen pasar más tiempo con los primeros cachorros para alimentarlos y después se van distanciando para no alterar el comportamiento natural del animal. Cuando son mayores y tienen crías, recae sobre ellos la responsabilidad de inculcarles que no nos tengan miedo.
Pasamos al siguiente mirador dónde pudimos ver otro grupo de lobos europeos no demasiado grandes aún, los cuáles fueron acercándose a nosotros cuándo nuestra guía les lanzó algo de pienso. Podíamos observar que éstos también nos tenían algo de miedo puesto que mientras comían tenían el rabito entre las piernas, preparados para salir pitando si veían algo que no les gustaba.
La siguiente parece de lobos no pudimos verlos ya que ni se acercaron. Parece que ese día estaban perezosos. Una pena, pues eran dos lobos blancos de la Tundra de Alaska, especie de la que quedan solamente unos escasos 200 ejemplares.
Los últimos que vimos fueron los lobos ibéricos. De estos había una manada grande, alrededor de 12 ejemplares de diferentes edades. Al igual que los españoles, eran los más ruidosos y cercanos, por lo que en cuanto nos acercamos ellos también lo hicieron.
Con esta amena visita pasamos un rato agradable, acercándonos a una especie que está en peligro de extinción y comprobamos que aquello de que "el lobo no es tan fiero como lo pintan" es totalmente cierto.
0 comentarios:
Publicar un comentario